Las
emociones se manifiestan en nosotros a través de las reacciones que asumimos
ante determinadas situaciones o vicisitudes en la vida. La mayoría de los casos
no se asumen con responsabilidad, sino
que se evaden al echar la culpa a alguien dejando de lado la autorregulación,
elemento fundamental para mantener relaciones interpersonales tranquilas y no
dejarse llevar por las provocaciones de otros.
Las
emociones suelen ser exaltaciones de forma pasajera o intensa, bien sea de
manera agradable o simplemente penosa, acompañada de cierta conmoción orgánica,
expresada por: enrojecimiento, sudoración en determinadas partes del cuerpo,
duda, gritar o hablar con voz muy alta, incluso, realizar ciertos ademanes que
para algunos resultan incómodos.
En nuestra
vida cotidiana, hay situaciones que producen desesperanza y con las cuales es
preciso lidiar, enfrentar, motivo por el cual, dichas situaciones terminan
siendo oportunidades para desarrollar habilidades que se requieren para
enfrentarlas. En otras palabras, es un proceso de aprendizaje por el cual pasa
todo ser humano, sintiéndose capaz de encontrar soluciones reales, no ingenuas
ni ilusorias, tomando relevancia la actitud y la emoción para el bienestar
común y propio.
Por otro
lado, la seguridad para relacionarnos con los demás se aprende al expresar lo
que se piensa realmente y no lo que otros esperan de nosotros, pasando por la
frustración, o ser aprobados o hacer lo que quieren que hagamos. Es preciso
reconocer que nos equivocamos y no asumir las equivocaciones de los demás, solo
por apariencia. Por tanto, las emociones se conocen y se aprenden a
autorregularse, así como aprender a caminar se hizo caminando, a bailar bailando, a sentir
sintiendo, a sonreír sonriendo, de manera, que no olvides educar y dominar tu
voluntad, para divertirte, construir y disfrutar la vida sanamente, haciendo
uso adecuado de las emociones.