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sábado, 22 de febrero de 2014

EL CONOCIMIENTO APRUEBA DE ENTENDIMIENTO.

A continuación, presento una reflexión realizada para el foro sobre el concepto de conocimiento en el curso de Gerencia del Conocimiento y Tecnología en UNIMINUTO.

El conocimiento, en su esencia, es la manifestación de la inteligencia latente en el ser humano. Es, por tanto, una facultad inherente a la persona, que es un proyecto en constante desarrollo, dado su carácter dinámico. El conocimiento proporciona la capacidad de aprender de manera enfocada, aprovechando las múltiples inteligencias que fortalecen las dimensiones que son intrínsecas para desenvolverse en los diversos ámbitos en los que participamos o a los que pertenecemos.

El conocimiento también se adquiere a través de la experiencia y la capacidad de reflexión, lo que habilita a la persona para ser autodidacta, asumir el aprendizaje autónomo y tomar decisiones con discernimiento. Es importante comprender que el conocimiento influye en el análisis que realizamos de nuestro entorno, la realidad, el mundo, la trascendencia y el sentido de la vida.

El alcance del conocimiento se expande de manera exponencial gracias al uso de las tecnologías de la información y las telecomunicaciones. No obstante, su exploración y estudio deben llevarse a cabo desde un enfoque ético y moral, no solo por las demandas de la sociedad, sino también por la necesidad de comprender con sentido y discernir con sabiduría. Esto reduce la incertidumbre, aporta claridad al pensamiento complejo y fomenta un sentido de asombro inestimable, convirtiendo al conocimiento en una actividad que se debe gestionar con diligencia.

El conocimiento, independientemente de la especialización en un área, disciplina o teoría, implica la integración de los cuatro saberes: saber ser, saber hacer, saber conocer y saber convivir. Esta integración contribuye a cerrar brechas previamente insalvables, otorga valor a las actividades del mundo real y refuerza la capacidad de aprender, aprehender y, cuando es necesario, desaprender.

La conciencia crítica de un individuo refuerza su conciencia moral. Esto le permite asumir desafíos, roles y actitudes transformadoras en la educación, la formación y su entorno, lo que se traduce en un mayor contenido intelectual, pensamiento estratégico y relaciones interpersonales más equilibradas, responsables, respetuosas y éticas. Incluso puede dar lugar al desarrollo de un liderazgo asertivo y positivo, que enfrenta obstáculos con iniciativa, trabajo en equipo y creatividad.

El conocimiento seguirá siendo objeto de constante reflexión, y a través de la epistemología, se puede fortalecer la relación entre el mundo globalizado y sus estructuras. El conocimiento, basado en la certeza cognitiva, responde a las preguntas fundamentales: qué, cómo, cuándo y dónde. Esto, en un sentido más profundo, fortalece la metacognición (reflexión crítica) y la metanoia (transformación). Además, el conocimiento puede considerarse holístico, ya que sus partes componen un todo, y ese todo se encuentra presente en todas partes.