A continuación, presento una reflexión
realizada para el foro sobre el concepto de conocimiento en el curso de
Gerencia del Conocimiento y Tecnología en UNIMINUTO.
El conocimiento, en su esencia, es la
manifestación de la inteligencia latente en el ser humano. Es, por tanto, una
facultad inherente a la persona, que es un proyecto en constante desarrollo,
dado su carácter dinámico. El conocimiento proporciona la capacidad de aprender
de manera enfocada, aprovechando las múltiples inteligencias que fortalecen las
dimensiones que son intrínsecas para desenvolverse en los diversos ámbitos en
los que participamos o a los que pertenecemos.
El conocimiento también se adquiere a través de la experiencia y la capacidad de reflexión, lo que habilita a la persona para ser autodidacta, asumir el aprendizaje autónomo y tomar decisiones con discernimiento. Es importante comprender que el conocimiento influye en el análisis que realizamos de nuestro entorno, la realidad, el mundo, la trascendencia y el sentido de la vida.
El alcance del conocimiento se expande
de manera exponencial gracias al uso de las tecnologías de la información y las
telecomunicaciones. No obstante, su exploración y estudio deben llevarse a cabo
desde un enfoque ético y moral, no solo por las demandas de la sociedad, sino
también por la necesidad de comprender con sentido y discernir con sabiduría.
Esto reduce la incertidumbre, aporta claridad al pensamiento complejo y fomenta
un sentido de asombro inestimable, convirtiendo al conocimiento en una actividad
que se debe gestionar con diligencia.
El conocimiento, independientemente de
la especialización en un área, disciplina o teoría, implica la integración de
los cuatro saberes: saber ser, saber hacer, saber conocer y saber convivir.
Esta integración contribuye a cerrar brechas previamente insalvables, otorga
valor a las actividades del mundo real y refuerza la capacidad de aprender,
aprehender y, cuando es necesario, desaprender.
La conciencia crítica de un individuo
refuerza su conciencia moral. Esto le permite asumir desafíos, roles y
actitudes transformadoras en la educación, la formación y su entorno, lo que se
traduce en un mayor contenido intelectual, pensamiento estratégico y relaciones
interpersonales más equilibradas, responsables, respetuosas y éticas. Incluso
puede dar lugar al desarrollo de un liderazgo asertivo y positivo, que enfrenta
obstáculos con iniciativa, trabajo en equipo y creatividad.
El conocimiento seguirá siendo objeto de
constante reflexión, y a través de la epistemología, se puede fortalecer la
relación entre el mundo globalizado y sus estructuras. El conocimiento, basado
en la certeza cognitiva, responde a las preguntas fundamentales: qué, cómo,
cuándo y dónde. Esto, en un sentido más profundo, fortalece la metacognición (reflexión
crítica) y la metanoia (transformación). Además, el conocimiento puede
considerarse holístico, ya que sus partes componen un todo, y ese todo se
encuentra presente en todas partes.