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martes, 23 de mayo de 2017

LA DUDA EN EL SER

La duda es la falta de credibilidad sobre alguien o sobre algo. 
No existe nada más mortífero que la creación de la duda sobre el ser humano.
La duda  no permite ver con claridad, al sentir sospecha. 
La duda es la condición humana que ata al miedo. 
La duda hiere el alma y el cuerpo.
La duda desgasta de tal forma que la sensación interna se manifiesta en la externa. 
La duda es la naturaleza de la razón. 
La duda es espíritu natural de consciencia que traemos desde el vientre materno. 
La duda es esencia si es para ampliar el conocimiento.
La duda es vitalidad porque invita al cuidado.
La duda es pasión porque genera cambios hasta sentirse a gusto.
la duda es apasionante por que no nos deja en la monotonía. 
La duda es soberbia cuando no admite razones.La duda es amenazante a través de las palabras y actitud.
La duda desgarra conversaciones en la medida que se quiere la verdad.
La duda es un gran interrogante, que puede durar mucho tiempo por principios o proyectos.
La duda es preferible que el error, con la primera indagas con el segundo te engañas.
La duda es traidora cuando no buscamos el bien.
Cuando la duda existe, destroza emociones y vuelve sombrío el ser. 
La duda es sinónimo de indecisión.
Aquel que se queda en la duda, es injusto e infeliz.
Duda a tiempo.
Equivócate por la duda, no por precisar la verdad.
Jamás llegues a una conclusión, mantén presente la duda.
La duda fortalece tu inteligencia, afianza sabiduría y enaltece el entendimiento y la ciencia.
La duda si se mantiene no permite realizar sueños.
La duda es la palabra "pero", a gritos.
La duda hará de la certeza una razón o algo inválido.
Una acción disipa una duda.
Es preferible convencerte que cada día puedes ser mejor.



VALIDAR, ¿LO MATERIAL O LO ESPIRITUAL?

A veces, nada tiene sentido, ni lo que hago ni lo que siento. Sí, es una actitud negativa y una aptitud de fin. Acaso, ¿siempre será a sí? ¿Soy yo? ¿Es el otro? ¿A quién culpo, a mis padres, a mis amigos, a mi? ¡Qué dilema...! Cualquier camino que tome puede ser crítico o una luz de esperanza, y, no he podido o no he querido ver.


Lo que escucho se torna tan vacío, tan trillado, sin claridad, que lo más fácil y sencillo se convierte en peligro y lo más complicado que se veía, no lo era, puesto que era cuestión de asumir responsabilidad, disciplina, autonomía, y esos valores que se que existen pero no los vivo por falta de coherencia personal o porque no veo el referente para desear cambiar mi realidad.


Cada equivocación me cuesta sentimental, mental y corporalmente, creo que está bien y no es así. Me engaño y engaño a otros por mi falta de sentido a la vida. Me cuesta entender que soy parte del problema y dudo del paso a seguir para cambiar mi estilo de vida, para hacer consciencia de mi y aceptarme.


Hay personas entusiastas y realmente veo la felicidad en sus ojos, abrazos auténticos, palabras de aliento verdaderas. no son un recetario más para hacer la vida mejor, pero en mí, no está ni el acto de amor ni de decisión con el fin de valorar quien soy, lo que tengo, lo que siento, lo que amo, lo que quiero, ni mis sueños porque  todo se ve turbio.

Así es el día a día, por el día a día, de una existencia sin sentido, todo un hacer y un tener son una forma de cautivar la atención de mis seres queridos y todos aplauden las máscaras porque piensan que lo que ven es real. En el fondo no era nada, no era nadie; hasta me resistí a decir no, cuando debía, y a decir sí, cuando no era ni necesario, ni importante.

¿Cómo cambiar el sin sentido por el sentido? ¿Cómo hallar en la equivocación la resiliencia? ¿Cómo hacer de la ruptura, un camino de oportunidad? ¿Cómo de la huida ver la esperanza? ¿Como de la pereza hallar la disciplina? ¿Cómo de la ilusión hacer una meta? ¿Cómo creer en los demás, cuando lo material va por encima de lo espiritual? ¿Cómo hacer de mi actitud, iniciativa?

Sé hacer muchas cosas, poco me interesan. Me equivoco y no hago para enmendarlo. Siento que no me entienden y soy quien arruina los momentos. Me molesta que me estén diciendo que hacer, que decir, que pensar, y no hago nada hacerme sentir. Soy cobarde ante las injusticias, mi voz no tiene eco, porque no me importa lo que pasa. Sin embargo, presiono para que hagan el ambiente difícil a otros, de hacerlo quedar mal, de ignorarlo y no reconocerlo.

Ahora que lo pienso, no soy espiritual, no se orar y me vale, mis padres no van a misa yo no voy, por lo tanto no encajo ni en charlas de crecimiento personal ni en jornadas de solidaridad, ni soy ejemplo para otros, vivo en mundo en que lo tengo todo, me dan todo, y boto todo. en un abrir y cerrar de ojos tengo de nuevo lo que quiero.

Mi egoísmo, hace que atienda desmedidamente mi propio interés, despreocupándome y desinteresándome por los demás, incluso de aquellos más allegados, como amigos, familiares, entre otros. He hecho mi parte de abolir lo mejor que hay en mi, y sin juzgar a quienes llamo amigos, pero no lo han sido sinceramente, aunque no hay un compromiso, ni pacto de exclusividad, las situaciones en que nos hemos involucrado, no son de amigos.

Pero... un momento, estoy abriendo mi corazón, alguien, me dijo, si mal no recuerdo: que espiritualidad es una inclinación sensible y sentimental, y las cuestiones materiales no son prioridad... lo escrito se siente frío; las preguntas son sensibles; el hacer conciencia me hace sentimental; estoy entendiendo que si hay algo interno que me mueve, no importa si es el cansancio de perderme en el mundo que he forjado; o las insensateces que me tienen harto, o la melancolía de verme en frustración porque he tocado fondo... si hay algo nuevo para mi y lo quiero.

Mi maestra, en la oración de las mañana dice: “Señor, ábreme el corazón para que yo pueda entender lo que Tu nos has enseñado. Para que yo pueda recordar Tus palabras. Para que yo pueda seguir Tus palabras. Para que yo llegue a la verdad plena”.  Jamás había prestado atención a dichas palabras, las he escrito mentalmente. Hoy, las he recordado, tal vez, porque mi ser quiere la verdad y comenzar de nuevo.

Jamás me había tomado el tiempo de escribir mi sentir, estoy bien, me siento a gusto, era necesario. Está en mí, dar el paso, hacer aquello que jamás creí hacer, como participar en obras sociales, que me responsabilicen por otro y así ir responsabilizándome por mi. En el otro puedo ver mi versión, de cambio, de mejora, de esperanza, de sentido y de proyecto de vida. Sí, la inspiración a venido a mi, así es como actúa Dios... me entenderás o no, te convencerás o no, cursi o no, prefiero así y no como era antes.

Historia de vida, inspirada en hechos de vida de gente como tú, como yo.

La felicidad es cuestión de actitud.






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domingo, 12 de marzo de 2017

EL SILENCIO

Es la ausencia total de sonido, sin embargo, implica también comunicación. Ayuda en pausas reflexivas que sirven para tener más claridad de los actos y valorar el mensaje. Es igual de importante que el sonido porque sin eco, murmullo, susurro… no se podrían hacer silencios. 

Es un estado armónico de nuestras facultades (inteligencia, voluntad, capacidad de amar y libertad), un estilo interior y constante, que permite al ser humano la comprensión de sí mismo y lo dispone para acoger la reconciliación, el encuentro y la comunión con otros. El silencio me posibilita encaminarme hacia el encuentro con el otro y vivir la comunión fraterna.

En el silencio, el ser humano puede redescubrirse a sí mismo y el sentido de su existencia, con el fin de recuperar el recto dominio personal, el equilibrio, la paz y la armonía interior. Nos ayuda a recuperar la fineza de espíritu, la sensibilidad interior, la disponibilidad y la generosidad. 

Por otro lado, el silencio puede ser: 

· Objetivo: es no hacer ruido.
· Pasivo: funcional para hablar en voz muy baja a otro, mantener la calma. Indispensable para ponerlo en práctica en la cafetería o en el restaurante, para pedir la palabra o trabajar en equipo. Implica una actitud oyente.
· Activo: funcional para atender una explicación, comprender y aprender. Generar conocimiento, interiorizar, reflexionar y meditar. Propio en la academia, en la Biblioteca, al leer un libro, escuchar música. 

Aquello que menosprecia la práctica del silencio, se comprende por:

· El comportamiento pasivo-agresivo, (forma de agresión no verba)l que se manifiesta mediante un comportamiento negativo, que quien lo asume le cuesta identificar, tiempos, personas, espacios y lugares.

· El conflicto ocasionado generalmente a nivel comunicativo, hace del silencio un mecanismo para acumular sentimientos de ira por baja autoestima. La persona al no evocar en voz alta sus preocupaciones, simplemente, las acumula. Y esta sensación negativa se convierte en resentimiento.

· La actitud y el tono que se utiliza en la comunicación, son un tanto abruptos y bruscos, manifestándose así una variación del silencio pasivo en el trato interpersonal, haciendo que los temas de conversación sean superficiales, nada emocionales y dan pie para hablar mal de los demás o juzgarlos y creerse el centro del universo.

· La ofensa, debida por un fuerte conflicto por la autoridad, manifiesta el silencio pasivo a causa de un comentario banal o acto que ponga en entredicho algo que ellos hacen, ya que lo consideran un insulto contra su dignidad y valía.

· La queja todo el tiempo de aquellas personas sobre lo mal que están o la mala suerte que tienen y generalmente echan la culpa totalmente de lo que les pasa a los demás, hacen del silencio pasivo una manifestación negativa.

· La multiactividad, hace creer que se aprende más fácilmente con ruido, con el uso de elementos distractores al mismo tiempo, es decir, al tiempo que lees, escuchas música, escribes, comes, ves programas de televisión o juegas, haciendo del silencio activo una broma. 

También es importante, aclarar que para poner en práctica el silencio, se requiere de tiempo, de constancia, del apoyo de otras personas y de la atención. El silencio no promete nada, pero sí, tu actitud y tus decisiones.