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domingo, 12 de marzo de 2017

EL SILENCIO

Es la ausencia total de sonido, sin embargo, implica también comunicación. Ayuda en pausas reflexivas que sirven para tener más claridad de los actos y valorar el mensaje. Es igual de importante que el sonido porque sin eco, murmullo, susurro… no se podrían hacer silencios. 

Es un estado armónico de nuestras facultades (inteligencia, voluntad, capacidad de amar y libertad), un estilo interior y constante, que permite al ser humano la comprensión de sí mismo y lo dispone para acoger la reconciliación, el encuentro y la comunión con otros. El silencio me posibilita encaminarme hacia el encuentro con el otro y vivir la comunión fraterna.

En el silencio, el ser humano puede redescubrirse a sí mismo y el sentido de su existencia, con el fin de recuperar el recto dominio personal, el equilibrio, la paz y la armonía interior. Nos ayuda a recuperar la fineza de espíritu, la sensibilidad interior, la disponibilidad y la generosidad. 

Por otro lado, el silencio puede ser: 

· Objetivo: es no hacer ruido.
· Pasivo: funcional para hablar en voz muy baja a otro, mantener la calma. Indispensable para ponerlo en práctica en la cafetería o en el restaurante, para pedir la palabra o trabajar en equipo. Implica una actitud oyente.
· Activo: funcional para atender una explicación, comprender y aprender. Generar conocimiento, interiorizar, reflexionar y meditar. Propio en la academia, en la Biblioteca, al leer un libro, escuchar música. 

Aquello que menosprecia la práctica del silencio, se comprende por:

· El comportamiento pasivo-agresivo, (forma de agresión no verba)l que se manifiesta mediante un comportamiento negativo, que quien lo asume le cuesta identificar, tiempos, personas, espacios y lugares.

· El conflicto ocasionado generalmente a nivel comunicativo, hace del silencio un mecanismo para acumular sentimientos de ira por baja autoestima. La persona al no evocar en voz alta sus preocupaciones, simplemente, las acumula. Y esta sensación negativa se convierte en resentimiento.

· La actitud y el tono que se utiliza en la comunicación, son un tanto abruptos y bruscos, manifestándose así una variación del silencio pasivo en el trato interpersonal, haciendo que los temas de conversación sean superficiales, nada emocionales y dan pie para hablar mal de los demás o juzgarlos y creerse el centro del universo.

· La ofensa, debida por un fuerte conflicto por la autoridad, manifiesta el silencio pasivo a causa de un comentario banal o acto que ponga en entredicho algo que ellos hacen, ya que lo consideran un insulto contra su dignidad y valía.

· La queja todo el tiempo de aquellas personas sobre lo mal que están o la mala suerte que tienen y generalmente echan la culpa totalmente de lo que les pasa a los demás, hacen del silencio pasivo una manifestación negativa.

· La multiactividad, hace creer que se aprende más fácilmente con ruido, con el uso de elementos distractores al mismo tiempo, es decir, al tiempo que lees, escuchas música, escribes, comes, ves programas de televisión o juegas, haciendo del silencio activo una broma. 

También es importante, aclarar que para poner en práctica el silencio, se requiere de tiempo, de constancia, del apoyo de otras personas y de la atención. El silencio no promete nada, pero sí, tu actitud y tus decisiones.














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