El amor de pareja, desde una perspectiva
biológica, está arraigado en el instinto de supervivencia de la especie. Sin
embargo, en la vida cotidiana, el amor puede ser influenciado por una variedad
de factores. A veces, perdura debido a condicionamientos morales, apego
emocional o el miedo a la independencia. Por otro lado, cuando el amor no dura
para siempre, puede ser que la relación se vuelva monótona, carente de novedad
y excesivamente rutinaria, lo que puede hacer que las personas sientan que
están involucionando.
La clave para mantener una relación de
pareja exitosa es reconocerte a ti mismo como alguien lo suficientemente
inteligente como para valorar a la persona que está a tu lado. Esto implica
crear un proyecto de vida en conjunto, respetando los gustos, deseos y metas de
cada uno. Contribuir constantemente con emociones positivas a la relación, lo
que significa sentir que te enamoras cada día un poco más, es decir, admirar a
la persona que está a tu lado.
Lo que considero un amor de pareja
verdadero es aquel en el que existe cariño y una profunda conciencia de los
sentimientos y emociones de ambos. En este tipo de relación, no tienes que
esforzarte excesivamente por ser feliz, porque la relación misma te brinda
tranquilidad y claridad, como mencioné anteriormente. En un amor verdadero, se
comparte sin intromisión, pero con respeto. Además, se cultiva diariamente el
crecimiento de cada individuo, permitiendo que ambos desarrollen al máximo su
potencial, habilidades, dimensiones e inteligencias. Esto implica
autodisciplina y autorregulación, educación y dominio de la voluntad para
convertir lo que parece imposible en una realidad.
La convivencia diaria se vuelve placentera y llena de entusiasmo cuando eliges a alguien con quien compartir tu vida, y lo haces con amor, paciencia y serenidad.